Perspectiva de Lectura: la frontera del verso/la prosa
De Cartas para que la alegría
El viaje lo trajimos lo mejor que se pudo. De todas las mariposas de
alfalfa que nos siguieron desde Mansilla, la última se rezagó en Desvío Clé.
Nos acompañamos ese trecho, ella con el volar y yo con la mirada. Venía con las
alas de amarillo adiós, y, de tanto agitarse contra el aire, ya no alegraba una
mariposa sino que una fuente ardía. Y corrió todavía con las alas de echar el
resto: una mirada también ardiendo paralela al no puedo más en el costado de
tren que siguió.
La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón.
Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires.
Casi a mediodía entró el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando.
En el ferry fue tan lindo mirar el agua.
¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.
La gallina que me diste la compartí con Rosa, ella me dio budín. En tren es casi lo que andar en mancarrón.
Los que tocaban guitarra cuando me despedías vinieron alegres hasta Buenos Aires.
Casi a mediodía entró el guarda con paso de "aquí van a suceder cosas", y hubo que ocultar a cuanta cotorra o pollo vivo inocente de Dios se estaba alimentando.
En el ferry fue tan lindo mirar el agua.
¿Y sabes?, no supe que estaba triste hasta que me pidieron que cantara.
No te dije de la luna. La luna es lo más alto. Cuando la mirábamos, ¿por
qué hacíamos retemblar el índice sobre el labio hasta provocar un beruberu de
acompañarla? ¿Nos lo enseñaste tú o papá? ¿Y qué era su despabilarse en niño
Jesús subido al burrito sobre esa lumbre de peligro? Dame esas noticias. Nos
quedábamos hasta bien tarde en enero para mirar. Ahí la tengo en el patio
ahora, es lo más alto. La dejé atada del pino, mi cometa plateada y mi compaña,
y me entré luna arriba para que muchos niños.
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